Evangelio de hoy, 8/11/2024

11/8/20243 min read

Evangelio del día (Lucas 16, 1-8)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Había un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’. Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra, y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me despidan, haya gente que me reciba en su casa’.

Llamó, pues, uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había actuado con habilidad, pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz".

Reflexión

El pasaje de hoy puede resultar desconcertante, porque Jesús parece elogiar la astucia de un administrador que, ante el inminente despido, utiliza su ingenio para asegurarse de tener quién lo reciba después. A través de esta parábola, Jesús no justifica la deshonestidad, sino que utiliza esta historia para señalar la importancia de la habilidad y de la previsión, incluso en las cosas espirituales.

El administrador, al darse cuenta de que su tiempo como empleado de su amo estaba por terminar, rápidamente toma medidas para asegurar su futuro. Esta actitud nos invita a pensar en la importancia de estar atentos, de no vivir distraídos, sino de prepararnos con inteligencia y con una visión a largo plazo en la vida espiritual. Así como el administrador utiliza todos sus recursos para salvarse de una situación difícil, ¿cuánto estamos utilizando nuestros propios talentos, tiempo y recursos para el bien y para acercarnos a Dios?

Esta parábola también nos anima a pensar en nuestras prioridades. El administrador se da cuenta de que su estabilidad y bienestar dependen de cómo actúe en ese momento crítico. De modo similar, este llamado es para que veamos nuestro tiempo presente como una oportunidad única de construir nuestro futuro eterno. ¿Estamos invirtiendo en lo que realmente importa? ¿O estamos dejando que la vida pase sin darle un sentido profundo y trascendente a nuestras acciones cotidianas?

Otro punto clave es la habilidad de este administrador para actuar con rapidez. Jesús quiere que quienes le siguen sean audaces, que no se queden en una espiritualidad pasiva o complaciente, sino que estén dispuestos a hacer movimientos radicales por el Reino. Hay una invitación a la creatividad en el modo de vivir nuestra fe: a veces podemos caer en la rutina o en el conformismo, y esta parábola nos impulsa a buscar formas nuevas y eficaces de vivir el Evangelio.

La actitud del administrador, que renuncia a una parte de lo debido para ganar el favor de sus futuros benefactores, también puede interpretarse como un recordatorio de que muchas veces renunciar a lo material puede abrirnos puertas más valiosas. En un mundo que nos empuja a acumular, a tener más y a asegurar nuestro confort, Jesús nos propone la libertad interior que da el saber renunciar a ciertas comodidades por algo superior.

A nivel personal, esta reflexión también te invita a hacer un examen de conciencia sobre cómo utilizas tus propios bienes y talentos. ¿Estás siendo un buen administrador de lo que Dios te ha confiado? Esta pregunta, si se responde sinceramente, puede abrirte a una vida de mayor responsabilidad y coherencia en tu vida espiritual, familiar y laboral.

Finalmente, Jesús concluye diciendo que los hijos de este mundo son más astutos en sus asuntos que los hijos de la luz. Es un llamado de atención para no dejar que la vida espiritual sea algo secundario o descuidado. Así como en nuestras actividades profesionales o familiares nos preocupamos por hacer bien las cosas, este pasaje nos impulsa a ser tan diligentes y sagaces para alcanzar la santidad y para construir una vida que sea un reflejo de nuestra fe.

Propósito para el día

Busca actuar con inteligencia y generosidad en tus decisiones, utilizando tus talentos y recursos de una manera que contribuya a tu crecimiento espiritual y al bien de quienes te rodean.

Santos del día

Hoy recordamos a San Adeodato I, papa. San Adeodato I decía: “Quien gobierna su vida con prudencia, pone todo su ser en manos de Dios”.

Jaculatoria

"Señor, enséñame a ser buen administrador de los dones que me confías."