Evangelio de hoy, 30/11/2024

11/30/20243 min read

Evangelio según San Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, paseando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Reflexión

El Evangelio de hoy nos transporta al momento en que Jesús llama a sus primeros discípulos, no en un lugar solemne ni en una circunstancia extraordinaria, sino en la sencillez de su vida cotidiana. Ellos estaban trabajando, como cualquier otro día, cuando sus planes y rutinas fueron interrumpidos por una invitación que lo cambió todo: “Venid en pos de mí”.

Este llamado no fue solo un cambio de oficio, sino un cambio de perspectiva y propósito. Ellos no sabían a dónde los llevaría, pero confiaron. Aquí nos encontramos con un mensaje poderoso: a veces, Dios se presenta en medio de lo más rutinario y nos invita a algo más grande. Tal vez, en tu día a día, entre las tareas familiares o laborales, Dios está tocando a tu puerta en formas pequeñas, pero significativas, y te pide que dejes algo atrás para seguirle con más libertad.

Fíjate también en la prontitud con la que Pedro, Andrés, Santiago y Juan respondieron: “Inmediatamente dejaron las redes”. No hubo excusas ni cálculos; simplemente reconocieron que había algo más grande que valía la pena. Quizá no se trata de dejar atrás grandes posesiones o relaciones, pero sí de soltar aquello que te ata o te distrae de lo esencial. Puede ser una preocupación innecesaria, un hábito que no te hace bien, o incluso un miedo que te impide avanzar.

Jesús, al llamar a estos hombres, les prometió algo que resonó en lo profundo de su ser: transformar lo que ya eran —pescadores— en algo más grande —pescadores de hombres—. Esto nos enseña que Dios no nos pide ser algo que no somos, sino que toma nuestras habilidades, pasiones y circunstancias, y las eleva para su misión. Lo que haces en tu vida cotidiana tiene un eco en el Reino de Dios si lo pones al servicio de Él.

El desprendimiento que muestran los discípulos es otro punto clave. Al dejar atrás sus redes, dejan también sus seguridades, sus planes y sus certezas. Pero lo hacen no con tristeza, sino con la alegría de saber que siguen una llamada que vale más que cualquier posesión. En tu caso, esto puede significar tener el valor de salir de tu zona de confort para abrazar algo más pleno y auténtico, aun cuando no tengas todas las respuestas.

Además, Jesús los llama en comunidad: primero a dos hermanos, luego a otros dos. Esto nos recuerda que nuestra fe no se vive en soledad. Él nos invita a caminar junto a otros, a crecer y trabajar en equipo, y a apoyarnos en las alegrías y desafíos de la vida. Piensa en cómo puedes construir relaciones más profundas y significativas en tu familia, en tu trabajo o en tu comunidad, siendo tú mismo alguien que invita a otros a lo bueno, lo verdadero y lo bello.

Finalmente, este evangelio no es solo un relato de hace dos mil años. Es una invitación personal para ti hoy. Pregúntate: ¿Qué redes necesito soltar para seguirle más libremente? ¿En qué áreas de mi vida Dios me está llamando a ser un pescador de hombres? Y, sobre todo, ¿cómo puedo responder con confianza y alegría, sabiendo que no estoy solo, sino guiado por Jesús mismo?

Propósito para hoy

Dedica un momento a identificar qué "redes" te atan o te distraen de seguir a Jesús plenamente. Reflexiona sobre cómo puedes transformar lo que ya eres y haces en un servicio más pleno a los demás, confiando en que Dios te guía.

Santos del día

Hoy celebramos a San Andrés, apóstol y mártir, quien dejó todo para seguir a Jesús. Su entusiasmo por compartir la fe se refleja en su frase: "Hemos encontrado al Mesías" (Juan 1, 41), una invitación a compartir la alegría de nuestra fe con los demás.

Mantra para el día

"Señor, dame el valor de soltar mis redes y la alegría de seguirte con todo el corazón."