Evangelio de hoy, 23/11/2024

11/23/20243 min read

Evangelio según San Lucas 20, 27-40

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como esposa». Jesús les dijo: «En este mundo, los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos». Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro». Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

Reflexión

El evangelio de hoy nos muestra a Jesús respondiendo a los saduceos, quienes intentan ridiculizar la idea de la resurrección con una pregunta que roza lo absurdo. Sin embargo, Jesús no solo refuta sus argumentos, sino que también nos invita a reflexionar sobre cómo a menudo tratamos de aplicar nuestra lógica humana limitada a los misterios divinos.

Pretender someter a Dios al marco de nuestras limitaciones es un error que solo refleja nuestra necedad y soberbia. Está bien usar la razón para intentar comprender a Dios, pues Él mismo nos dio la capacidad de razonar. Sin embargo, debemos aceptar que, por definición, Dios trasciende todas nuestras categorías humanas. Intentar encerrar el misterio de la vida eterna en los parámetros de nuestras experiencias terrenales es como tratar de contener el océano en un vaso. La vida futura que Dios nos promete no puede ser reducida a los esquemas de este mundo, y reconocer esto es un acto de humildad y sabiduría.

Este pasaje también nos alerta sobre el peligro de las teologías que se pierden en detalles técnicos y olvidan lo esencial: la vida y la realidad. Los saduceos se enredan en un debate vacío, ignorando lo más importante: que Dios es el Dios de vivos, no de muertos, y que su llamado es a vivir con esperanza, amor y propósito. La verdadera teología no es un ejercicio intelectual desconectado de la vida. Su función es ayudarnos a conocer a Dios de una manera que transforme nuestra existencia y nos haga vivir más plenamente y más humanamente. Cuando la teología se convierte en una especulación estéril, pierde su razón de ser.

Por último, la respuesta de Jesús nos invita a no perder el tiempo en hipótesis que desvían nuestra atención de lo realmente importante. En lugar de preocuparnos por detalles irrelevantes, estamos llamados a centrar nuestra energía en vivir conforme al evangelio, buscando la voluntad de Dios aquí y ahora. ¿Cuántas veces permitimos que nuestras preocupaciones o debates nos distraigan de la esencia de nuestra fe: crecer como personas amando a Dios y al prójimo?

En tu día a día, te invito a reflexionar sobre estas preguntas: ¿Estoy utilizando mi tiempo y mis recursos para crecer en mi relación con Dios y vivir más plenamente? ¿O me estoy dejando arrastrar por debates o preocupaciones que me hacen perder el foco de lo esencial? Recuerda que lo verdaderamente importante es confiar en el amor de Dios y vivir con esperanza, dejando en sus manos aquello que no podemos comprender.

Propósito para hoy

Dedica un tiempo a contemplar el misterio de la vida eterna en oración. Trata de entender hasta donde seas capaz de ver, acepta con humildad lo que no puedes comprender plenamente y enfócate en vivir tu fe con autenticidad y amor, dejando de lado debates o preocupaciones que no te aporten más que embotamiento y dispersión.

Santos del día

Hoy celebramos a San Clemente I, papa y mártir del siglo I, conocido por su carta a los corintios, donde exhorta a la unidad y la caridad en la comunidad cristiana. Una frase suya, profundamente inspiradora, dice: «Fijemos la mirada en la sangre de Cristo y comprendamos cuán preciosa es a su Padre, porque, derramada por nuestra salvación, ha traído al mundo entero la gracia del arrepentimiento».

Frase meditativa

"Señor, ayúdame a centrarme en lo esencial: amarte y vivir con esperanza, aceptando con humildad tu misterio infinito."